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DESNUDA OSCURIDAD

lunes, 23 de mayo de 2011

NADA


NADA

Cada libro es un abismo de palabras, un abismo que seduce, invoca, atrapa. En cada libro, en cada abismo hay palabras que acarician, enseñan, divierten; palabras que arrancan lágrimas, suspiros, risas, temores; palabras que ofenden, humillan, palabras que arrullan; palabras que aman y odian, palabras que enfrentan, palabras que asombran; palabras que no quisiéramos escuchar, palabras que nunca se han dicho…
Hace pocas horas acabo de salir del abismo. Hace pocas horas terminé de leer NADA, la novela de la danesa Jane Teller. Todavía siento una opresión en el pecho cuando recuerdo ciertos pasajes de esta obra. Y es que NADA te hunde en un abismo intrincado de palabras que retratan el alma del ser humano en el conflictivo tránsito de la adolescencia a la adultez. Un retrato, por cierto, de todo aquello que ninguno de nosotros quisiera ver en nuestros hijos o en nosotros mismos: perversión, venganza, odio, resentimiento, soledad…
NADA fue desde su nacimiento una novela controversial, al punto de que se prohibió su lectura en varios países europeos porque nos enfrenta de la forma más dura frente a un espejo que es capaz de descubrir todo lo que hay en nuestro interior.
Hoy NADA es una novela premiada y recomendada, una obra compleja y profunda, una  novela de lectura obligatoria, un clásico en ciernes, sin duda alguna. Compre este libro, ábralo, láncese al abismo, a la nada y cuando regrese, ojalá vuelva a ser el mismo.

OSCAR VELA

jueves, 19 de mayo de 2011

QUE PASARÍA SI… JULIAN ASSANGE FUERA ECUATORIANO




No se llamaría Julian Assange sino Julio Asanza. Tendría un look similar a Delfín Quishpe, el verbo de Sixto Vizuete y el cabello a la moda de Dragan Miranovic. Habría nacido en Azogues y sería uno de esos nerds insoportables de la Politécnica Nacional. Su padre, inmigrante radicado en New York, en un descuido, se habría copiado todos los archivos confidenciales de la laptos del sacristán, sobrino del cura cibernauta que registraba las confesiones de los feligreses de la Catedral de San Patrick.

Con la valiosa información proporcionada por el padre, Julio Asanza crearía un portal denominado GüitigLIKS.  Este portal habría causado tal furor en el país que los asambleistas de Montecristi, entre amnistías a violadores y conciliábulos para reescribir El Libro Gordo de Petete, habrían incorporado en la nueva Constitución Política a GüitigLIKS dentro del capítulo de los sectores estratégicos del Estado.  Por supuesto, Julio Asanza sería, de la noche a la mañana, un ídolo nacional comparable solamente con Julio Jaramillo y Lorena Bobitt.

Como en un inicio los datos de GüitigLIKS joderían a todos los gobiernos de la ultraderecha imperialista, se dispondría de inmediato, mediante decreto de emergencia flash, entregarle a Julio Asanza las llaves de todas las ciudades, de ponerle camisas bordadas por los indígenas y de participar en todos los conciertos de los corazones azules con el Mayor Zapata. Julio Asanza sería declarado miembro honorario de Alianza País, miembro de la revolución de manos limpias y corazones ardientes, y miembro fundamental del círculo rosa (esta última designación gracias al considerable tamaño de su miembro -propiamente dicho- según lo testificó uno de los fundadores del círculo rosa que habría meado junto a él en los baños del Palacio). Se le habría organizado un homenaje apoteósico en el Estadio Olímpico Atahualpa.  Los dos discursos más fogosos de aquella noche serían los de Evo Morales y Hugo Chávez. El primero con tintes científicos titulado: Coma pollo y muerda la almohada; y el segundo Yo no soy EL MACUTO. Aquella noche Julio Asanza cantaría de memoria las canciones de Piero y se lo vería profundamente conmovido cuando toda la tropa de AP, puño en alto, hiciera la ronda a su alrededor entonando Comandante Che Guevara.

GüitigLIKS y Julio Asanza crecerían vertiginosamente durante los meses siguientes. El logotipo de la empresa, un holograma de Julio Asanza con shorts y guayabera abrazando un oso polar al pie del río Napo ante la atenta mirada del solitario George, se posesionaría como un nuevo símbolo patrio.  Emelec lo tendría de inmediato en la parte frontal de su camiseta desplazando a PDVSA hasta las posaderas. Las cadenas sabatinas incluirían un segmento burlesco denominado: “Últimas Noticias del Imperio” con el auspicio de GüitigLIKS. Los restaurantes Dos Sin Sacar le pondrían su nombre al caldo de bagre, y su efigie sería propuesta para una edición conmemorativa del nuevo Sucre en el ALBA. ¡Así nomás!

Pero de la mano del éxito, aparecerían también los problemas. Dos ex novias lo acusarían de violación y prácticas sadomasoquistas, pero de inmediato la justicia caería implacable sobre ellas para poner a ambas mujeres tras las rejas por sucias, traidoras a la patria y exhibicionistas del imperio. La prensa corrupta se inventaría todos los días una nueva calumnia sobre él: que la rubia cabellera de Julio Asanza sería teñida por el estilista de Alexis Mera en los bajos de Carondelet; que le habrían ofrecido las claves del computador de Raúl Reyes poco antes del ataque de Angostura; que su abogado de cabecera sería desde hace años Alfredo Larrea Jijón, y hasta que la idea de meterle mano a la justicia habría sido de él solito.

Sin embargo, a Julio Asanza le caería también su larga noche de imputaciones neoliberales y su andanada de soberanos insultos verde limón, todo ocasionado por un -hijodebanquero-sicarioetinta-gordohorroroso-oligárquicoeSamborondón que se habría robado la clave del Facebook de Asanza, casualmente la misma clave de acceso a GüitigLIKS, y que habría puesto en circulación el libro titulado: “Los GüitigLIKS y la Guineo República” gracias a “Ediciones Sandra Correa” y a la autora del libro, la propia Sandra Correa. Desafortunadamente para Julio Asanza, este libro incluiría entre sus páginas una serie de mentiras escandalosas sobre las supuesta relaciones de la facción fucsia del círculo rosa con las FARC y un resumen de los mejores chismes de miss Hodges que habría dicho con total desparpajo (y en inglés para que no entendamos) que hay corrupción en una de las instituciones más prestigiosas, inmaculadas y virginales de la patria: la Policía Nacional (conocida vulgarmente como la Fuerza 30S). Y allí sí se le habría venido la noche a nuestro héroe que al que le caería ipso facto una declaratoria de persona non grata (sic), un viaje de ida con todo pagado a ver a Mickey Mouse acompañado de miss Hodges, alojamiento indefinido gratuito en Guantanamo y una millonaria demanda por injurioso y pelafustán, además de ser catalogado en sucesivos enlaces nacionales emergentes de: tipejo, agorero del desastre, derechoso conspirador, desinformador, caretuco, limitadito, matón de barrio, Walter Mercado, fantoche…

ENDLESS


Oscar Vela Descalzo

viernes, 6 de mayo de 2011

NUNCA MÁS


Desde el año 1976, la República Argentina se vio acosada por el terror orquestado desde el gobierno militar dictatorial que encabezaba Jorge Rafael Videla. NUNCA MÁS, fue el título del informe emitido en 1984 por la Comisión creada durante el gobierno de Raúl Alfonsín, para investigar el destino de los desaparecidos en los aciagos años de la dictadura. La Comisión, presidida por el prestigioso escritor Ernesto Sábato, concluyó entre otras cosas, que el gobierno de facto de Videla (y más tarde de Roberto Viola) fue responsable de delitos de lesa humanidad por secuestro, tortura, desaparición y asesinato de miles de personas.
En efecto, tras nueve meses de investigación y más de cincuenta mil páginas de testimonios, declaraciones, reconstrucciones de los hechos, verificación e inspecciones de lugares clandestinos de tortura, se concluyó que, aproxidamente, nueve mil personas murieron o desaparecieron en manos de la dictadura que impuso en Argentina el régimen del horror contra aquellos que no se alineaban con sus doctrinas políticas y religiosas.
Según el informe, los operativos de secuestro empezaban normalmente con las denuncias anónimas de hombres y mujeres que conformaban células barriales de vigilancia (escuadrones no oficiales de delatores), que entregaban información al régimen, por medio de las comisarías, sobre movimientos o conductas extrañas de diversos habitantes de sus localidades. Así, acusados ciertos individuos de “marxistas”, “terroristas”, “ateos”, “apátridas”, “materialistas” “complotadores”, y mil sinrazones más, las fuerzas de seguridad identificaban a la víctima y la detenían si ningún trámite previo ni orden judicial alguna. Normalmente la víctima era llevada a los calabozos clandestinos de la ciudad, aislada durante varios días, golpeada, torturada, y asesinada en las formas más brutales que la imaginación pueda concebir.
NUNCA MÁS reveló a la humanidad no solamente los perversos procedimientos de la dictadura Argentina, sino también -y quizá allí resida lo más importante-, la crueldad a la que puede llegar el comportamiento humano de los que han perdido la razón por el poder. Y es que la obsesión por imponer una sola corriente doctrinaria, una única convicción religiosa, o un solo camino de pensamiento, convierte a los opresores en bestias paranoicas, cerriles y sanguinarias.
Y no importa si los fanáticos a lo largo de la historia han sido unos u otros, si defendieron a la izquierda o a la derecha, a Diós o Alá, al monoteísmo o al politeísmo, a la esvástica o a la hoz y al martillo, a las vírgenes suicidas o a las revoluciones tricolores, al final, todos, sin excepción alguna, terminaron perdiendo el poder -terminarán siempre perdiendo el poder-, y entonces, sus imperios se desmoronarán, y arderán sus cuerpos en las hogueras que ellos azuzaron, y los asesinarán las balas malditas que ellos fundieron, y se descompondrán en los calabozos que ellos engendraron, o se enconderán, como ratas, en los escondrijos que ellos ordenaron excavar.

El informe NUNCA MÁS nos dejó como legado a la memoria las imágenes dantescas de la ignominia, la profunda soledad de las familias de los desaparecidos, el insoportable dolor de los caídos, pero también nos dejó el ejemplo de los que no se dejan someter, de los que no callan, el valor de la verdad y la esperanza.  
OSCAR VELA DESCALZO

viernes, 15 de abril de 2011

EL PECADO ORIGINAL, LA CULPA Y LA CONSULTA


No basta con que las religiones monoteístas nos endosen la culpa del pecado original desde que llegamos al mundo. No es suficiente con tachar de pecador a ese ser frágil, indefenso, arrugado y normalmente feo, que es expulsado al mundo con el estigma marcado por la religión de sus padres. No alcanza con te repitan incesantemente que la condición de ser humano te condena a priori por las faltas cometidas por un par de figuras alegóricas resultantes de la fantasía de un tercero, y que tu pecado, tu terrible pecado sea haber nacido. No tenemos bastante con el pecado original que nos hace culpables desde que nacemos, no, porque ahora, un grupo de noveleros y vanidosos aferrados al poder con garras pegajosas, pretende abolir la presunción de inocencia con una pregunta tramposa: ¿estamos de acuerdo con que se convierta en delito el enriquecimiento privado no justificado?
En resumen, pasando por alto el pecado original que, al parecer, se elimina con un simple ritual acuático, ahora con la mañosa pregunta número 6 de la falaz consulta popular, los pobres hijos de este país también nacerán con la pesadísima carga de  ser culpables hasta que no puedan demostrar lo contrario.
Y como en esta patria lo que menos tenemos es seguridad y la institución más corrupta es la judicial, quién le asegura, que la siguiente víctima de este monstruo voraz que se va contra todo y contra todos, sea usted mismo. Sí, usted mismo que aplaude como mico enjaulado cuando su líder insulta al que se le ponga por delante, usted que festeja las bromas infantiles de su ídolo con la sonrisa estúpida de un muñeco de ventrílocuo (la suya no la de su ídolo), usted, mediocre levantamanos que no es capaz de armar una frase coherente ni de mostrar un signo de rubor ante tanta vergüenza, pero sí es capaz de armar negocios millonarios y agradecerle de rodillas a su jefe que lo mantiene agarrado de la teta. Usted mismo, a la vuelta de la esquina, será insultado, enjuiciado, perseguido y  sancionado por esta norma que lo convertirá en culpable antes de que visite Disney World, se suba a ese elegante crucero a las Bahamas para abrirse una cuenta  cifrada en esos bancos nebulosos o se compre el carrito último modelo que tanta falta le hacía para pasarse al bando pelucón sin parecerlo. Y usted, compañerito que no puede comprarse todas esas cosas que sí se compran los levantamanos y burócratas dorados, piense bien antes de votar porque a lo mejor tampoco podrá adquirir esa plasma que le tiene los ojos bizcos sin que la caiga el brazo ejecutor de la culpa.
Si somos optimistas, el pecado original se le quitará con un salpicón de agua, pero esta culpa, la gran culpa de votar a favor de esta mañosa pregunta número 6, será una bolsa pesada que deberá cargar por siempre, hasta que le llegue el turno.

Oscar Vela Descalzo

miércoles, 30 de marzo de 2011

ROBERTO BOLAÑO




Roberto Bolaño, nació en Santiago de Chile en 1953, falleció en Barcelona en el año 2003. Es uno de los escritores más influyentes de América Latina. Incluso a raíz de su muerte, el “efecto Bolaño”, continúa vigente, especialmente en las nuevas generaciones de lectores europeos y americanos.

Durante su corta vida, Bolaño fue galardonado en innumerables ocasiones por prestigiosos premios literarios. En 1999, recibió el premio Herralde de novela por su obra “Los Detectives Salvajes”. Esta misma novela recibió el Premio Rómulo Gallegos. A partir de “Los Detectives Salvajes”, Bolaño se convirtió en un escritor de culto.

“Los Detectives Salvajes” es una obra de estructura compleja que aborda una trama recurrente en otras novelas de su autoría: la desaparición y búsqueda de narradores o poetas famosos en distintos sub mundos contemporáneos de países latinoamericanos. Los personajes, maravillosamente reales, pero a la vez difusos, siempre entregan en esta obra su punto de vista acerca de la historia.

Desaparecido en edad temprana por un cáncer de hígado, Bolaño legó a la literatura universal obras de novela y narrativa corta como: “La pista de hielo”, “La literatura nazi en América”, “El gaucho insufrible”, “Estrella distante”, “Amberes”,  “Putas asesinas”, “2666”. Esta última, su obra póstuma que además se consagró con el premio Salambó, premio Ciudad de Barcelona, y otros.

2666, concebida inicialmente por Bolaño como cinco novelas que pasarían a la posteridad, fue publicada post mortem, por decisión de su editor como una sola obra. La novela, posiblemente más completa que “Los detectives salvajes”, narra la historia de cuatro profesores de literatura que estudian todo lo relacionado con un misterioso escritor alemán, al que le siguen los pasos hasta llegar a Ciudad Juárez, en la frontera mexicana, lugar en el que aparecen centenares de cadáveres de mujeres brutalmente maltratadas y violadas. Y este hecho histórico (real y contemporáneo), será precisamente el eje magnético de la novela. El título, a lo único que puede aludir desde mi modesto punto de vista, es las 2666 razones que tiene un amante de la buena literatura para leerlo.

Roberto Bolaño fue, al igual que sus personajes, un ser extraño y enigmático. En su juventud pasó de mochilero a vigilante de un camping, de poeta a vendedor de bisutería y de auto exiliado a presidiario de la dictadura de Pinochet, de la que se libró días después de su detención porque uno de los Carabinero que lo detuvo había sido compañero suyo de escuela. En su última entrevista, poco antes de morir, Bolaño decía que para él  “el paraíso debe ser como Venecia y el infierno como Ciudad Juárez, que es nuestra maldición y nuestro espejo, el espejo desasosegado de nuestras frustraciones y de nuestra infame interpretación de la libertad y de los deseos”

Espero que Roberto Bolaño esté disfrutando todavía de Venecia, lejos, muy lejos de Ciudad Juárez, de sus fantasmas, que, por ahora, son solamente los nuestros.


Oscar Vela Descalzo

jueves, 24 de marzo de 2011

LAS NUEVAS GENERACIONES




Hace pocos días, alguien preguntaba en las redes sociales cuál es el vínculo común que une a las revoluciones que se han producido en África y Asia en lo que va de este año. Me atrevo a pensar que ese vínculo es el de la edad de las personas que promueve las revueltas. Todas germinan y se desarrollan en la juventud.

Me atrevo a pensar también que en todas se repite constantemente una misma palabra: libertad. Y sin ser demasiado acuciosos, podríamos concluir que todas las revoluciones de inicios de 2011 enfrentan a un régimen tirano enquistado por décadas en el poder.

Creo sinceramente que las nuevas generaciones vienen cargadas con una dosis mayor de tenacidad y rebeldía, pero además, estoy convencido que el ilimitado acceso al conocimiento en esta época crea generaciones de seres humanos más comprometidos con las causas justas, seres humanos que anhelan y defienden la libertad, seres humanos llenos de coraje y ambición.

El premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, dijo hace pocos días: “La buena literatura crea ciudadanos críticos que no podrán ser fácilmente manipulados”. En efecto, hoy se lee más, hoy se escoge mejor la lectura porque la tecnología te ofrece más opciones, hoy se adquiere información inmediata,  los jóvenes contemporáneos perdieron el temor reverencial y son cuestionadores,  reflexivos, inquietos, incrédulos. Sí, todavía quedan muchos tiranos en el mundo. Todavía subsisten los fundamentalismos ideológicos basados en la restricción y manipulación. Todavía quedan gobernantes parlanchines, faranduleros, derrochadores, camorreros, injuriosos, cleptómanos, asesinos, sin embargo, lentamente, poco a poco, las nuevas generaciones se van haciendo cargo de ellos.

Si usted no cree en la libertad, si no es reflexivo, ni le interesa pensar por sí mismo, mejor cambie de canal o sintonice otra emisora. Si mantiene su cerebro en relantín y espera que salga la película antes que abrir un libro, no vea este programa. Si se quedó atrapado hace tiempo en las telenovelas o radionovelas, si lo más inteligente que ha escuchado en los últimos años son los debates de la Asamblea, las cadenas sabatinas o los programas de prensa rosa, es preferible que siga anclado a ese pasado lento y espeso esperando con paciencia hasta que Kaliman, el corcho o Rosa Salvaje le arranquen de su letargo con una frase que le suene magistral o una sonora carcajada. 

OSCAR VELA

viernes, 4 de marzo de 2011

John Kennedy Toole




Si alguna vez la muerte conspiró con alguien para atraer a la diosa fortuna, fue con John Kennedy Toole, escritor norteamericano nacido en Nueva Orleáns en 1937. Tras sufrir la amarga experiencia del rechazo de varias editoriales para publicar su novela “La conjura de los necios”, el joven escritor, enfermo y prematuramente desgastado, a sus treinta y dos años, resolvió quitarse la vida aspirando los vapores del escape de su coche. Nunca se supo en realidad lo que contenía la nota de suicidio que dejó el novel escritor, pues, su madre, se encargó de destruirla dejando el trágico incidente envuelto en una nube de confusiones periodísticas.

Años después de su muerte, la propia madre de Toole deambulaba por las editoriales rogando que alguien pusiera los ojos en el manuscrito de “La conjura de los necios”. Finalmente, el editor Walter Percy se apasionó por la obra y ésta fue publicada en 1980. John Kennedy Toole y su novela recibieron en forma póstuma el Premio Pullitzer de ficción en 1981 y el premio a la mejor novela de lengua extranjera en Francia en el mismo año.

La magistral ironía y comicidad de “La conjura de los necios” y su personaje principal, Ignatius Reilly, hicieron de ésta una verdadera obra maestra. La muerte del autor, además de la pujanza de una madre dolorida, nos permitieron conocer las páginas de una novela que, como tantas otras, quizá habría estado condenada por el comercio editorial al ignominioso anonimato.

 “La conjura de los necios” es una caricatura de la clase media baja americana a la que el autor retrata, con gran acierto, en un halo permanente de amargura y frustraciones. Ignatius Reilly, encarna, desde una perspectiva extremadamente particular y graciosa, al niño grande que el prototipo de los norteamericanos llevan dentro. Pero detrás de este personaje desaliñado, anarquista, miserable, egoísta y pendenciero, se descubre además toda una estructura social anacrónica y decadente soportada sobra la base de la simpleza y el consumismo.

El talento innegable de John Kennedy Toole se ve reflejado también en “La Biblia de Neón”, novela escrita apenas a los dieciséis años de edad y que fue publicada después del éxito arrasador de la “La conjura de los necios”.

Jamás entenderemos las razones que llevaron a John Kennedy Toole a la  muerte. Nunca nos será revelado el contenido de su nota suicida, y tampoco conoceremos los pormenores de esa última conjura fraguada entre el autor y su destino. Nos quedaremos únicamente con estas dos novelas marcadas por la huella de su pluma ácida y certera. El que disfrute del vértigo que produce un buen libro, bien puede asomarse a la obra abismal de John Kennedy Toole, un misterioso escritor que no logró traspasar las intrincadas barreras editoriales sino una vez consumado su silencioso pacto con la muerte.

 Oscar Vela

miércoles, 9 de febrero de 2011

AGRADECIMIENTO

Muchas gracias por los comentarios que hemos recibido sobre el programa. Nuestra intención con NI PICO NI PLACA precisamente es la de crear un espacio para la cultura de un modo irreverente y rechazar de esta forma la telebasura que inunda nuestros hogares.

Sus opiniones y sugerencias son muy valiosas para nosotros y la tomaremos en cuenta para los programas futuros. 

Les agradeceremos nos sigan enviando temas y nombres de invitados que ustedes quieran tener en el programa.

Oscar Vela         Rafael Lugo

EL TOTALITARISMO Y LA CENSURA



Una de las principales características de los gobiernos totalitarios en la historia de la humanidad ha sido la censura. Desde el Imperio Romano, pasando por las cruzadas a Tierra Santa, los Tribunales de la Inquisición, la conquista de América y las guerras independentistas, la censura soterrada básicamente en cuestiones morales y religiosas, acabó hasta el siglo XIX con una porción incalculable de la cultura universal.
En la era moderna la censura ha sido la marca registrada de los regímenes dictatoriales de izquierda y derecha. En la España de la época franquista se vivió bajo la censura absoluta hacia los medios de información y todas las manifestaciones culturales: cine, literatura, teatro, etc. Muy cerca de la península Ibérica, en la Italia fascista de Mussolini, en 1925, se impuso la “Ley de Prensa” por la cual se deslegitimó a todos los diarios impresos que no poseían un responsable legal reconocido por el prefecto. El mismo año, Italia declaró a toda la prensa “legal” sujeta a censura.  En Alemania, en cambio, el 10 de mayo de 1933, Hitler protagonizaba en Berlín uno de los eventos catastróficos en contra de la cultura y favor de la censura: la incineración de miles de libros en la Universidad Friedrich- Wilhelm. De igual forma fueron amordazados y acallados los intérpretes principales de la cultura soviética a manos de Stalin, y los intelectuales opositores al régimen comunista de la República Democrática Alemana. Actualmente contamos también con famosos censuradores de medios informáticos y apasionados desmembradores de la cultura como Fidel Castro, Hugo Chávez y Silvio Berlusconi, éste último el “zar” de los medios de comunicación italianos que, años atrás, “borró” de la famosa editorial Einaudi las obras del escritor y premio Nobel de literatura José Saramago, un opositor contumaz a su régimen neo fascista.
La contradicción de ideas y pensamientos es el motor principal de una sociedad democrática, y, por el contrario, la obstrucción del cauce de una corriente opositora formará una peligrosa represa que acabará quebrándose por la fuerza de las aguas y arrasando, más tarde o más temprano, como lo confirma siempre la historia, con los regímenes dictatoriales. Y si  algún totalitarismo no ha sucumbido por el desfogue natural de la ideas, acabará siendo aniquilado por sus propios miembros corruptos, pues la censura, por donde se la ausculte, es un tumor maligno que se reproduce silenciosamente en todos los tentáculos de los gobiernos de facto hasta formar la liberadora metástasis.

Oscar Vela Descalzo

martes, 8 de febrero de 2011

El manual de la buena moza

Un amigo tristemente me comentaba que por las puras alverjas su mujer creía que tenía un romance con una compañera de trabajo. Al principio el muy zángano me contaba la historia totalmente convencido de ser una víctima de las dudas injustificadas de su cónyuge y de haber tenido mala suerte porque se le juntaron un par de situaciones sospechosas. Pero repetía que era inocente.
Charlamos varios días después y, claro, el pelotudo ya se había olvidado de un montón de mentiras que me había dicho —yo por el contrario tengo una memoria de memory stick—. Comenzó a relatarme el mismo concepto de víctima pero con otros detalles y entonces supe que sí le había puesto los cuernos a su mujer. Le obligué a confesar a
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trago limpio y al final este sinvergüenza me contó un cuento que era una mezcla entre el Kamasutra, Rocky VI y El Meneíto.
Lo felicité por su primera actuación. Un mentiroso eficaz debe creerse su propia mentira pero, eso sí, le hice caer en cuenta que no puede ser tan pendejo de olvidarse de lo que había dicho la primera vez porque si yo era capaz de recordar su versión original, su esposa lo haría mucho mejor.
Entonces nos pusimos conversar de cómo manejarse con el tema de las mozas sin que eso afecte a la felicidad conyugal ni se desperdicien las posibilidades de alegría que, se supone, debería brindar la amante.
Los principios básicos de un saludable amantazgo, y por consiguiente de un matrimonio armonioso, podrían sintetizarse así:
•La moza no puede ser fuente de problemas. A la que le corresponde por derecho y antigüedad joder la vida es a la esposa. De ahí que cuando uno se casa con la moza ésta sume el rango inmediatamente superior y joderá el doble que su predecesora.
•Como consecuencia lógica del anterior enunciado, está totalmente prohibido terminar casado con la moza.
•Sin embargo, y pese a las advertencias, sólo a un pendejo le pasa que su moza le cause más complicaciones que su mujer. Si ya no puede cambiar de moza, debe cambiarles de estatus. Divórciese, cásese con su moza y hágase amante de su ex mujer. La concordia volverá como por arte de magia a su vida.
•La moza debe tener amigas de similar ideología para presentárselas a los amigos del amante. No puede haber un pleno disfrute del amantazgo sin un pequeño gremio de personas en la misma situación.
•Compre a su mujer y a su moza el mismo perfume para que huela igualito y no le husmeen como perro antidrogas.
•La moza más antigua del grupo de amigos deberá ser la líder y no permitirá que las de menor antigüedad decidan los lugares de reunión. Tampoco asumirá un rol de ente superior, pues la verdad es que ese rol seguirá siendo de la esposa.
•La moza deberá ayudarle a comprar regalos a su mujer. Eso denota una camaradería unilateral muy apreciable. Usted en reciprocidad deberá comprarle a su amante algo equivalente al 85% del valor pagado por tal regalo. (No será tan cojudo de pedirle a su esposa que le ayude a comprar un regalo para su moza. Que sea más barato no le salvará de quedarse sin cuerpos cavernosos en dos segundos).
•Jamás sea tan animal de contarle a su
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mujer que el amigo tal anda enmozado, lo único que ella sacará de conclusión será que si él pudo usted también puede.
•Es mejor no tener necesidad de una moza. La verdad es algo que da miedo, no sé ustedes pero yo todavía tengo en la memoria el conejo cocinado en la casa del Michael Douglas, y a la loca de la Glenn Close persiguiéndole con un cuchillote mata puercos sólo porque él ya no quiso seguir atendiéndole. En caso de necesidad, o porque usted no tiene conejo ni cuchillotes, es mejor no tener moza fija.
•Si ya tiene moza fija, es mejor que tenga marido. No vaya a ser que quede embarazada y no tengan a quién endosarle la alegría.
•Si su mujer lo acusa, no entre en pánico, los nervios siempre dicen la verdad.
•No permita que le hagan la prueba de la lavacara. Argumente que es inconstitucional y un desperdicio de agua.
•Niéguelo todo como Bill Clinton. Acá las pruebas de ADN sólo las hacen en la Cruz Roja, cuestan como 500 dólares y son exclusivamente para juicios de alimentos y no para encontrar al dueño del semen seco en la manga de nadie.
•Niéguelo todo (por si no entendió la anterior regla). Es mejor vivir con la sospecha y con aire de falsa dignidad de macho ofendido, que vivir como el típico pendejo perdonado, sin derecho ni a quejarse por el arroz frío o las excesivas visitas de la suegra.
•¡Niéguelo todo, tarado! No vaya a ser que su mujer entre en un peligroso círculo de sinceridad y le cuente que en el último viaje de su oficina se la tiró el Gerente Financiero y ahí sí se vaya todo para el carajo.
 
Rafael Lugo 

LA VERGA

¿Es el vocablo «verga» una mala palabra? Para que la discusión termine sin que nos mandemos allá mismo, me he propuesto hacer una explicación adecuada de este término, utilizando mis vastos conocimientos del castellano, la sociología, la psicología y la marina. Y la historia.
La Real Academia de la Lengua dice del dichoso término lo siguiente:
verga
(Del lat. virga).
1. f. pene.
2. f. Arco de acero de la ballesta.
3. f. vara (II palo largo y delgado).
4. f. Tira de plomo con ranuras en los cantos, que sirve para asegurar los vi-
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y que eso es lo que no aceptaba, no que le manden a la casa de la verga, sino que en el camino, le interpreten.
Breve manual del uso de la palabra
en cuestión, con leve toque histórico:
a) Cuando decimos «¡Qué verga!» denotamos ira. Cuando una gringa va al Chota y dice «¡qué verga!», denota entusiasmo y agradecimiento a su agencia de viajes. Es decir aquí nomás ya podemos encontrar al menos dos tipos de verga: La primera es una interjección y la segunda un objetivo turístico.
b) Cuando envías a alguien a la casa de la verga, le estás diciendo que se vaya a la concha de su madre. Así mismo al decirle a tu pana «¡hola careverga!», expresas confianza y cariño. Pero si al que te chocó el carro le dices lo mismo, no quieres decir que su rostro es igual a un pene, sino que maneja como la verga. Manejar como la verga significa que eres busero. O taxista. Como vemos, acá tenemos cuatro vergas más que son: un destino indeseable de connotación familiar, una muestra de fraternidad, un adjetivo calificativo y un estado de ánimo al conducir vehículos, generalmente de forma imbécil.
Remitiéndonos a la historia —yo había ofrecido ser lo más académico posible—
también de «verga toledana» que, nos dice, es una medida antigua equivalente a dos codos. O sea que, quien tenga un pene del largo de una verga tiene derecho a sentirse agradecido. O está siendo redundante.
«Verga en alto», por su parte, denota que «la embarcación está pronta y expedita para navegar». De esta definición no diremos mucho porque solita se explica. ¡Leven ancas!
Ahora bien, al presidente Correa se han dedicado a exprimirle la paciencia —que ni tiene— con el «caso verga» en que se fue a meter por poner un ejemplo de interpretación de las palabras. El Presidente tenía toda la razón, sólo que ya les cayó mal a varios medios de comunicación importantes y la buena intención que tuvo, en definitiva, se le fue a la casa de la vara.
Él decía que no está bien usar términos peyorativamente y luego escudarse diciendo que pueden ser interpretados, si no me equivoco se quejaba de que le pusieron en un titular que ASALTÓ LA JUNTA BANCARIA y alguien le decía que ASALTO puede ser interpretado. Entonces el Presidente usó el ejemplo de la «verga» para explicar que si te dicen ándate a la casa de la verga, no te están diciendo que te vayas al hogar de los mástiles, sino a la casa de la verga mismo,
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Analicemos un breve dato histórico: Hace algunos siglos un grupo de marineros discutían y hacían alarde del tamaño de sus penes, de la siguiente forma:
Marinero 1 (señalando el mástil del barco): «El mío se pone como esa verga cuando asoma tu hermana».
(Se escuchan las risas de toda la tripulación menos la del hermano).
Hermano: «Dirás aquello por lo podrido que está el mástil».
Marinero 1: «No, lo digo por lo parecido que se pone».
Hermano (que había estudiado lógica con el Emilio Cerezo): «Si tu pene se parece al mástil y al mástil lo llamamos verga, entonces tu pene es una verga y a juzgar por lo que he visto cuando te desnudas, tú eres el perfecto cara de verga.
Marinero 1: — ¿Ahhh?
(Se vuelven a escuchar risas de la tripulación, menos del marinero 2 que tiene una duda.)
Marinero 2: «Oye, ¿por qué decís que la verga está podrida, joder?».
Hermano: «Porque me lo dijo el capitán y en la próxima tormenta se partirá en pedazos y quedaremos a la deriva.
Tripulación: «¡Qué verga!».
¿Estamos claros?
el término «verga» apareció primero en la marina que en el calzoncillo. No es el único caso pues «carajo» es la canasta sobre el palo mayor donde se oteaba el horizonte y donde era muy incómodo ubicarse. Es así que «Ándate para el carajo» era un castigo aplicado a los marineros indisciplinados. El más famoso tipo que fue enviado al carajo en su debido momento fue Rodrigo de Triana. Hoy es un héroe, pero qué cagada le habrá hecho a Colón, me pregunto.
En cuanto a la verga, el paso del término naval a la mano se explica —sicológicamente— porque todos nos creemos dueños de (o quisiéramos tener) un miembro de dos codos de largo. A la cansada, la Real Academia de la Lengua terminó por aceptar «pene» como sinónimo de «verga» y, como vimos al principio de este tratado de vergología, por la frecuencia en su utilización, está en el número uno del citado diccionario.
La verga también está sometida a la Ley de la Relatividad. Verbigracia: Si a los mástiles más altos los hubiesen bautizado como «Escorpiones», en este mundo no existirían los carevergas y todos andaríamos con un escorpión en el calzoncillo, pero sin miedo. Pero el «Escorpión» Aristizábal viviría resentido. Y ninguna dama aceptaría que se sentó encima de uno.


Rafael Lugo

jueves, 20 de enero de 2011

GRANDES POLVOS EN LA LITERATURA

Un título tan presuntuoso demandaría al menos una extensa monografía, cuando no una interminable enciclopedia de tomos por entrega que tratara el pasado, presente y futuro del sexo en la literatura. Empezando por los clásicos, descriptores más bien del amor espiritual, este extenso trabajo habría discurrido por infinidad de autores medievales, renacentistas, románticos, naturalistas, para entrar, entre fríos y tibios, a las cavernas ardientes de los llamados malditos: Baudelaire, Rimbaud, Artaud, Bukowski y tantos otros. Sin embargo, lo que viene a continuación es el resultado de una búsqueda en retrospectiva de los principales polvos que lograron enquistarse en mi memoria y reflotan todavía en las aguas de mi conciencia, provocándome aún escarceos y picores, levantamientos, cosquilleos, percepción de ardor en la palma diestra, tensión de músculos en el antebrazo, y, con frecuencia, aquella deliciosa sensación tan difícil de describir como un estornudo pasmado en el último, último, último instante.

Así, arbitrarios y caprichosos, he rescatado del desván de mi memoria cinco grandes polvos de la literatura en el orden que sigue:

1.- La trilogía lésbica que relata el Marqués de Sade en Juliette, con seguridad uno de los mejores ejemplos del erotismo más descarnado. Si tomamos en cuenta que el autor vivió entre 1740 y 1814, podremos identificar, sin justificar jamás, por qué la sociedad moralista de la época lo proscribió, persiguió, encarceló e intentó borrar las huellas literarias del escritor de culto en que se convirtió después de su muerte. Entre la infinidad de pasajes lascivos que llenan Juliette y, en general, todas las obras del Marqués de Sade, aparece esta joya de la morbidez: “ Dentro de la más dulce embriaguez, la Delbéne me lleva hasta su cama y me devora a besos… me estira las piernas separándolas, y, acostándose en la cama boca abajo, con su cabeza entre mis muslos, me besa el sexo mientras que, ofreciendo a mi compañera las nalgas más hermosas que puedan contemplarse, recibe de los dedos de esta bonita muchacha los mismos servicios que me presta su lengua. Euphrosine, conocedora de los gustos de Delbéne, alternaba sus escarceos con vigorosos golpes sobre el trasero… Vívidamente electrizada por el libertinaje, la puta devoraba el caudal que hacía brotar constantemente de mi pequeño coño. Algunas veces se paraba para mirarme… para observarme en el placer.”


2.- Henry Miller, encasillado siempre como un autor pornográfico, fue uno de los mayores luchadores contra el puritanismo norteamericano. Trópico de Cáncer, posiblemente su obra más importante, recoge episodios verdaderamente crudos que le valieron, en su conjunto, el galardón de la censura y un proceso legal por obscenidad que concluyó a su favor con la anulación del expediente por la Corte Suprema de Estados Unidos en 1964.  El maestro del erotismo postmoderno relata en su Trópico de Cáncer lo siguiente:  “A lo que voy es al momento en que, según dice, se arrodilló y con esos flacos dedos suyos le abrió el coño. ¿Recuerdas eso? Dice que ella estaba sentada con las piernas colgando de los brazos del sillón y de repente, según dice, tuvo una ocurrencia. Eso fue después de haber echado ya dos polvos... Va y se arrodilla, ¡tú fíjate!, y con los dos dedos... sólo con las puntas de los dedos, fíjate... va y abre los petalitos... tris-tris... como si nada. Un ruido pegadizo... casi inaudible. ¡Tris-tris! ¡Dios, he estado oyéndolo toda la noche! Y después va y me dice, como si no fuera eso bastante para mí, va y me dice que hundió la cabeza en su peludo chocho. Y cuando hizo eso, que Dios me ampare si no le colgó ella las piernas alrededor del cuello y lo dejó así encerrado. ¡Ahí sí que me mató! ¡Imagínatelo! ¡Imagínate a una mujer fina y sensible como ésa colgándole las piernas alrededor del cuello! ¡Hay algo ponzoñoso en eso!”.

3.- El de la gitana y José Arcadio Buendía en Cien Años de Soledad. “La gitana se deshizo de sus corpiños superpuestos, de sus numerosos pollerines de encaje almidonado, de su inútil corsé alambrado, de su carga de abalorios, y quedó prácticamente convertida en nada. Era una ranita lánguida, de senos incipientes y piernas tan delgadas que no le ganaban en diámetro a los brazos de José Arcadio, pero tenía una decisión y un calor que compensaban su fragilidadAl primer contacto, los huesos de la muchacha parecieron desarticularse con un crujido desordenado como el de un fichero de dominó, y su piel se deshizo en un sudor pálido y sus ojos se llenaron de lágrimas y todo su cuerpo exhaló un lamento lúgubre y un vago olor de lodo. Pero soportó el impacto con una firmeza de carácter y una valentía admirables. José Arcadio se sintió entonces levantado en vilo hacia un estado de inspiración seráfica, donde su corazón se desbarató en un manantial de obscenidades tiernas que le entraban a la muchacha por los oídos y le salían por la boca traducidas a su idioma.” Es razonable comprender que la obligada lectura de esta obra –impuesta por un obtuso profesor de literatura a la tierna edad de trece años- casi joven, casi niño, me produjo daños cerebrales irreparables, como bien me lo anticipó aquel sacerdote de aliento ácido bajo un estricto secreto de confesión. De la lectura temprana de Cien Años de Soledad, de aquella funesta premonición, y de la fijación siniestra de este polvo en mi memoria, nació, sin duda, la misteriosa fascinación por el acto sexual que me tiene –según vaticinios bíblicos- con un pie en el umbral del infierno.

4.- Elfriede Jelinek, por su parte, sembró mi mente con las pústulas de violencia más obscena. Su novela Deseo (mal traducida al español, pues el título original, Lust, significa lujuria y lujuriosa es en verdad esta novela), es un texto lleno de sexo furioso y opresivo. En ella, la autora representa a un matrimonio vulgar para recrear escenas marcadas por la crueldad y el abuso del hombre sobre la mujer. Él, casi sin rostro, sin nombre, siempre vinculado al hedonismo; y ella, sometida y humillada, receptora natural y por tanto, resignada a su suerte fisiológica. “Ahora, después de alzarla de sus zapatillas, tiende a su mujer sobre la mesa del salón… Es exprimida contra la mesa, sus pechos se separan como grandes y cálidas plastas de estiércol… Embute su sexo en la mujer… La mujer es besada. Escupiendo, se le gotean cariños al oído, hace mucho que esta flor no florecía, ¿no quiere usted darle las gracias?... La música grita, los cuerpos avanzan… El hombre se ha vertido jovialmente, y mientras el fango sale de su boca y de sus genitales, va a limpiarse los restos del pastel gozado.”  Cierta parte de la crítica dijo en su oportunidad que esta obra no excitaba, sino que repugnaba. Confieso que he abierto el libro al cabo de algún tiempo y me siguen calentando sus palabras.
5.- El epílogo de este febril repaso es quizá el que terminó por confinarme a la prisión perpetua de la lujuria. Kafka en la Orilla es para mi gusto una novela completa. Su autor, el japonés Haruki Murakami, succiona al lector en esta obra hacia un túnel que no respeta ni el tiempo ni el espacio, un túnel que oscila permanentemente entre lo claro y lo oscuro, entre lo real y lo fantástico, entre lo espiritual y lo terrenal, entre el erotismo crudo de la literatura occidental y la sensualidad mística de los autores orientales: “Levanto la camiseta de Sakura, acaricio sus suaves senos. Pellizco sus pezones con la punta de los dedos, como si sintonizara una emisora de radio. Mi pene erecto presiona con fuerza la parte posterior de su muslo. Pero ningún sonido escapa de sus labios. Su respiración no se agita… El cuerpo de Sakura es cálido y, al igual que el mío, está cubierto de sudor. Me decido a cambiarla de posición. Despacio, la atraigo hacia mí y la coloco boca arriba. Ella espira con fuerza. Aún así, no hay signos de que vaya a despertarse. Aplico el oído a su vientre liso como un papel de dibujo e intento descifrar los ecos del sueño dentro del laberinto que hay debajo.”

Permanecen en órbita y acechan desde algún lugar, entre nebulosas, ciertas escenas de obras como Rayuela, con protagonistas como la Maga y Oliveira, capítulos 7, 68… Justine y sus amores prohibidos en la primera parte del Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrel. También  Juan Pablo Castel y María Iribarne que jadean desde El Túnel de Ernesto Sábato; Alex y sus cómplices al ritmo de Singing in the Rain en La Naranja Mecánica de Antony Burguess; cientos de prestaciones relatadas por Vargas Llosa y verificadas por Pantaleón Pantoja en Pantaleón y las Visitadoras, y tantas otras…


Oscar Vela Descalzo