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DESNUDA OSCURIDAD

viernes, 6 de mayo de 2011

NUNCA MÁS


Desde el año 1976, la República Argentina se vio acosada por el terror orquestado desde el gobierno militar dictatorial que encabezaba Jorge Rafael Videla. NUNCA MÁS, fue el título del informe emitido en 1984 por la Comisión creada durante el gobierno de Raúl Alfonsín, para investigar el destino de los desaparecidos en los aciagos años de la dictadura. La Comisión, presidida por el prestigioso escritor Ernesto Sábato, concluyó entre otras cosas, que el gobierno de facto de Videla (y más tarde de Roberto Viola) fue responsable de delitos de lesa humanidad por secuestro, tortura, desaparición y asesinato de miles de personas.
En efecto, tras nueve meses de investigación y más de cincuenta mil páginas de testimonios, declaraciones, reconstrucciones de los hechos, verificación e inspecciones de lugares clandestinos de tortura, se concluyó que, aproxidamente, nueve mil personas murieron o desaparecieron en manos de la dictadura que impuso en Argentina el régimen del horror contra aquellos que no se alineaban con sus doctrinas políticas y religiosas.
Según el informe, los operativos de secuestro empezaban normalmente con las denuncias anónimas de hombres y mujeres que conformaban células barriales de vigilancia (escuadrones no oficiales de delatores), que entregaban información al régimen, por medio de las comisarías, sobre movimientos o conductas extrañas de diversos habitantes de sus localidades. Así, acusados ciertos individuos de “marxistas”, “terroristas”, “ateos”, “apátridas”, “materialistas” “complotadores”, y mil sinrazones más, las fuerzas de seguridad identificaban a la víctima y la detenían si ningún trámite previo ni orden judicial alguna. Normalmente la víctima era llevada a los calabozos clandestinos de la ciudad, aislada durante varios días, golpeada, torturada, y asesinada en las formas más brutales que la imaginación pueda concebir.
NUNCA MÁS reveló a la humanidad no solamente los perversos procedimientos de la dictadura Argentina, sino también -y quizá allí resida lo más importante-, la crueldad a la que puede llegar el comportamiento humano de los que han perdido la razón por el poder. Y es que la obsesión por imponer una sola corriente doctrinaria, una única convicción religiosa, o un solo camino de pensamiento, convierte a los opresores en bestias paranoicas, cerriles y sanguinarias.
Y no importa si los fanáticos a lo largo de la historia han sido unos u otros, si defendieron a la izquierda o a la derecha, a Diós o Alá, al monoteísmo o al politeísmo, a la esvástica o a la hoz y al martillo, a las vírgenes suicidas o a las revoluciones tricolores, al final, todos, sin excepción alguna, terminaron perdiendo el poder -terminarán siempre perdiendo el poder-, y entonces, sus imperios se desmoronarán, y arderán sus cuerpos en las hogueras que ellos azuzaron, y los asesinarán las balas malditas que ellos fundieron, y se descompondrán en los calabozos que ellos engendraron, o se enconderán, como ratas, en los escondrijos que ellos ordenaron excavar.

El informe NUNCA MÁS nos dejó como legado a la memoria las imágenes dantescas de la ignominia, la profunda soledad de las familias de los desaparecidos, el insoportable dolor de los caídos, pero también nos dejó el ejemplo de los que no se dejan someter, de los que no callan, el valor de la verdad y la esperanza.  
OSCAR VELA DESCALZO

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