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DESNUDA OSCURIDAD

miércoles, 9 de febrero de 2011

AGRADECIMIENTO

Muchas gracias por los comentarios que hemos recibido sobre el programa. Nuestra intención con NI PICO NI PLACA precisamente es la de crear un espacio para la cultura de un modo irreverente y rechazar de esta forma la telebasura que inunda nuestros hogares.

Sus opiniones y sugerencias son muy valiosas para nosotros y la tomaremos en cuenta para los programas futuros. 

Les agradeceremos nos sigan enviando temas y nombres de invitados que ustedes quieran tener en el programa.

Oscar Vela         Rafael Lugo

EL TOTALITARISMO Y LA CENSURA



Una de las principales características de los gobiernos totalitarios en la historia de la humanidad ha sido la censura. Desde el Imperio Romano, pasando por las cruzadas a Tierra Santa, los Tribunales de la Inquisición, la conquista de América y las guerras independentistas, la censura soterrada básicamente en cuestiones morales y religiosas, acabó hasta el siglo XIX con una porción incalculable de la cultura universal.
En la era moderna la censura ha sido la marca registrada de los regímenes dictatoriales de izquierda y derecha. En la España de la época franquista se vivió bajo la censura absoluta hacia los medios de información y todas las manifestaciones culturales: cine, literatura, teatro, etc. Muy cerca de la península Ibérica, en la Italia fascista de Mussolini, en 1925, se impuso la “Ley de Prensa” por la cual se deslegitimó a todos los diarios impresos que no poseían un responsable legal reconocido por el prefecto. El mismo año, Italia declaró a toda la prensa “legal” sujeta a censura.  En Alemania, en cambio, el 10 de mayo de 1933, Hitler protagonizaba en Berlín uno de los eventos catastróficos en contra de la cultura y favor de la censura: la incineración de miles de libros en la Universidad Friedrich- Wilhelm. De igual forma fueron amordazados y acallados los intérpretes principales de la cultura soviética a manos de Stalin, y los intelectuales opositores al régimen comunista de la República Democrática Alemana. Actualmente contamos también con famosos censuradores de medios informáticos y apasionados desmembradores de la cultura como Fidel Castro, Hugo Chávez y Silvio Berlusconi, éste último el “zar” de los medios de comunicación italianos que, años atrás, “borró” de la famosa editorial Einaudi las obras del escritor y premio Nobel de literatura José Saramago, un opositor contumaz a su régimen neo fascista.
La contradicción de ideas y pensamientos es el motor principal de una sociedad democrática, y, por el contrario, la obstrucción del cauce de una corriente opositora formará una peligrosa represa que acabará quebrándose por la fuerza de las aguas y arrasando, más tarde o más temprano, como lo confirma siempre la historia, con los regímenes dictatoriales. Y si  algún totalitarismo no ha sucumbido por el desfogue natural de la ideas, acabará siendo aniquilado por sus propios miembros corruptos, pues la censura, por donde se la ausculte, es un tumor maligno que se reproduce silenciosamente en todos los tentáculos de los gobiernos de facto hasta formar la liberadora metástasis.

Oscar Vela Descalzo

martes, 8 de febrero de 2011

El manual de la buena moza

Un amigo tristemente me comentaba que por las puras alverjas su mujer creía que tenía un romance con una compañera de trabajo. Al principio el muy zángano me contaba la historia totalmente convencido de ser una víctima de las dudas injustificadas de su cónyuge y de haber tenido mala suerte porque se le juntaron un par de situaciones sospechosas. Pero repetía que era inocente.
Charlamos varios días después y, claro, el pelotudo ya se había olvidado de un montón de mentiras que me había dicho —yo por el contrario tengo una memoria de memory stick—. Comenzó a relatarme el mismo concepto de víctima pero con otros detalles y entonces supe que sí le había puesto los cuernos a su mujer. Le obligué a confesar a
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trago limpio y al final este sinvergüenza me contó un cuento que era una mezcla entre el Kamasutra, Rocky VI y El Meneíto.
Lo felicité por su primera actuación. Un mentiroso eficaz debe creerse su propia mentira pero, eso sí, le hice caer en cuenta que no puede ser tan pendejo de olvidarse de lo que había dicho la primera vez porque si yo era capaz de recordar su versión original, su esposa lo haría mucho mejor.
Entonces nos pusimos conversar de cómo manejarse con el tema de las mozas sin que eso afecte a la felicidad conyugal ni se desperdicien las posibilidades de alegría que, se supone, debería brindar la amante.
Los principios básicos de un saludable amantazgo, y por consiguiente de un matrimonio armonioso, podrían sintetizarse así:
•La moza no puede ser fuente de problemas. A la que le corresponde por derecho y antigüedad joder la vida es a la esposa. De ahí que cuando uno se casa con la moza ésta sume el rango inmediatamente superior y joderá el doble que su predecesora.
•Como consecuencia lógica del anterior enunciado, está totalmente prohibido terminar casado con la moza.
•Sin embargo, y pese a las advertencias, sólo a un pendejo le pasa que su moza le cause más complicaciones que su mujer. Si ya no puede cambiar de moza, debe cambiarles de estatus. Divórciese, cásese con su moza y hágase amante de su ex mujer. La concordia volverá como por arte de magia a su vida.
•La moza debe tener amigas de similar ideología para presentárselas a los amigos del amante. No puede haber un pleno disfrute del amantazgo sin un pequeño gremio de personas en la misma situación.
•Compre a su mujer y a su moza el mismo perfume para que huela igualito y no le husmeen como perro antidrogas.
•La moza más antigua del grupo de amigos deberá ser la líder y no permitirá que las de menor antigüedad decidan los lugares de reunión. Tampoco asumirá un rol de ente superior, pues la verdad es que ese rol seguirá siendo de la esposa.
•La moza deberá ayudarle a comprar regalos a su mujer. Eso denota una camaradería unilateral muy apreciable. Usted en reciprocidad deberá comprarle a su amante algo equivalente al 85% del valor pagado por tal regalo. (No será tan cojudo de pedirle a su esposa que le ayude a comprar un regalo para su moza. Que sea más barato no le salvará de quedarse sin cuerpos cavernosos en dos segundos).
•Jamás sea tan animal de contarle a su
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mujer que el amigo tal anda enmozado, lo único que ella sacará de conclusión será que si él pudo usted también puede.
•Es mejor no tener necesidad de una moza. La verdad es algo que da miedo, no sé ustedes pero yo todavía tengo en la memoria el conejo cocinado en la casa del Michael Douglas, y a la loca de la Glenn Close persiguiéndole con un cuchillote mata puercos sólo porque él ya no quiso seguir atendiéndole. En caso de necesidad, o porque usted no tiene conejo ni cuchillotes, es mejor no tener moza fija.
•Si ya tiene moza fija, es mejor que tenga marido. No vaya a ser que quede embarazada y no tengan a quién endosarle la alegría.
•Si su mujer lo acusa, no entre en pánico, los nervios siempre dicen la verdad.
•No permita que le hagan la prueba de la lavacara. Argumente que es inconstitucional y un desperdicio de agua.
•Niéguelo todo como Bill Clinton. Acá las pruebas de ADN sólo las hacen en la Cruz Roja, cuestan como 500 dólares y son exclusivamente para juicios de alimentos y no para encontrar al dueño del semen seco en la manga de nadie.
•Niéguelo todo (por si no entendió la anterior regla). Es mejor vivir con la sospecha y con aire de falsa dignidad de macho ofendido, que vivir como el típico pendejo perdonado, sin derecho ni a quejarse por el arroz frío o las excesivas visitas de la suegra.
•¡Niéguelo todo, tarado! No vaya a ser que su mujer entre en un peligroso círculo de sinceridad y le cuente que en el último viaje de su oficina se la tiró el Gerente Financiero y ahí sí se vaya todo para el carajo.
 
Rafael Lugo 

LA VERGA

¿Es el vocablo «verga» una mala palabra? Para que la discusión termine sin que nos mandemos allá mismo, me he propuesto hacer una explicación adecuada de este término, utilizando mis vastos conocimientos del castellano, la sociología, la psicología y la marina. Y la historia.
La Real Academia de la Lengua dice del dichoso término lo siguiente:
verga
(Del lat. virga).
1. f. pene.
2. f. Arco de acero de la ballesta.
3. f. vara (II palo largo y delgado).
4. f. Tira de plomo con ranuras en los cantos, que sirve para asegurar los vi-
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y que eso es lo que no aceptaba, no que le manden a la casa de la verga, sino que en el camino, le interpreten.
Breve manual del uso de la palabra
en cuestión, con leve toque histórico:
a) Cuando decimos «¡Qué verga!» denotamos ira. Cuando una gringa va al Chota y dice «¡qué verga!», denota entusiasmo y agradecimiento a su agencia de viajes. Es decir aquí nomás ya podemos encontrar al menos dos tipos de verga: La primera es una interjección y la segunda un objetivo turístico.
b) Cuando envías a alguien a la casa de la verga, le estás diciendo que se vaya a la concha de su madre. Así mismo al decirle a tu pana «¡hola careverga!», expresas confianza y cariño. Pero si al que te chocó el carro le dices lo mismo, no quieres decir que su rostro es igual a un pene, sino que maneja como la verga. Manejar como la verga significa que eres busero. O taxista. Como vemos, acá tenemos cuatro vergas más que son: un destino indeseable de connotación familiar, una muestra de fraternidad, un adjetivo calificativo y un estado de ánimo al conducir vehículos, generalmente de forma imbécil.
Remitiéndonos a la historia —yo había ofrecido ser lo más académico posible—
también de «verga toledana» que, nos dice, es una medida antigua equivalente a dos codos. O sea que, quien tenga un pene del largo de una verga tiene derecho a sentirse agradecido. O está siendo redundante.
«Verga en alto», por su parte, denota que «la embarcación está pronta y expedita para navegar». De esta definición no diremos mucho porque solita se explica. ¡Leven ancas!
Ahora bien, al presidente Correa se han dedicado a exprimirle la paciencia —que ni tiene— con el «caso verga» en que se fue a meter por poner un ejemplo de interpretación de las palabras. El Presidente tenía toda la razón, sólo que ya les cayó mal a varios medios de comunicación importantes y la buena intención que tuvo, en definitiva, se le fue a la casa de la vara.
Él decía que no está bien usar términos peyorativamente y luego escudarse diciendo que pueden ser interpretados, si no me equivoco se quejaba de que le pusieron en un titular que ASALTÓ LA JUNTA BANCARIA y alguien le decía que ASALTO puede ser interpretado. Entonces el Presidente usó el ejemplo de la «verga» para explicar que si te dicen ándate a la casa de la verga, no te están diciendo que te vayas al hogar de los mástiles, sino a la casa de la verga mismo,
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Analicemos un breve dato histórico: Hace algunos siglos un grupo de marineros discutían y hacían alarde del tamaño de sus penes, de la siguiente forma:
Marinero 1 (señalando el mástil del barco): «El mío se pone como esa verga cuando asoma tu hermana».
(Se escuchan las risas de toda la tripulación menos la del hermano).
Hermano: «Dirás aquello por lo podrido que está el mástil».
Marinero 1: «No, lo digo por lo parecido que se pone».
Hermano (que había estudiado lógica con el Emilio Cerezo): «Si tu pene se parece al mástil y al mástil lo llamamos verga, entonces tu pene es una verga y a juzgar por lo que he visto cuando te desnudas, tú eres el perfecto cara de verga.
Marinero 1: — ¿Ahhh?
(Se vuelven a escuchar risas de la tripulación, menos del marinero 2 que tiene una duda.)
Marinero 2: «Oye, ¿por qué decís que la verga está podrida, joder?».
Hermano: «Porque me lo dijo el capitán y en la próxima tormenta se partirá en pedazos y quedaremos a la deriva.
Tripulación: «¡Qué verga!».
¿Estamos claros?
el término «verga» apareció primero en la marina que en el calzoncillo. No es el único caso pues «carajo» es la canasta sobre el palo mayor donde se oteaba el horizonte y donde era muy incómodo ubicarse. Es así que «Ándate para el carajo» era un castigo aplicado a los marineros indisciplinados. El más famoso tipo que fue enviado al carajo en su debido momento fue Rodrigo de Triana. Hoy es un héroe, pero qué cagada le habrá hecho a Colón, me pregunto.
En cuanto a la verga, el paso del término naval a la mano se explica —sicológicamente— porque todos nos creemos dueños de (o quisiéramos tener) un miembro de dos codos de largo. A la cansada, la Real Academia de la Lengua terminó por aceptar «pene» como sinónimo de «verga» y, como vimos al principio de este tratado de vergología, por la frecuencia en su utilización, está en el número uno del citado diccionario.
La verga también está sometida a la Ley de la Relatividad. Verbigracia: Si a los mástiles más altos los hubiesen bautizado como «Escorpiones», en este mundo no existirían los carevergas y todos andaríamos con un escorpión en el calzoncillo, pero sin miedo. Pero el «Escorpión» Aristizábal viviría resentido. Y ninguna dama aceptaría que se sentó encima de uno.


Rafael Lugo