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DESNUDA OSCURIDAD

viernes, 15 de abril de 2011

EL PECADO ORIGINAL, LA CULPA Y LA CONSULTA


No basta con que las religiones monoteístas nos endosen la culpa del pecado original desde que llegamos al mundo. No es suficiente con tachar de pecador a ese ser frágil, indefenso, arrugado y normalmente feo, que es expulsado al mundo con el estigma marcado por la religión de sus padres. No alcanza con te repitan incesantemente que la condición de ser humano te condena a priori por las faltas cometidas por un par de figuras alegóricas resultantes de la fantasía de un tercero, y que tu pecado, tu terrible pecado sea haber nacido. No tenemos bastante con el pecado original que nos hace culpables desde que nacemos, no, porque ahora, un grupo de noveleros y vanidosos aferrados al poder con garras pegajosas, pretende abolir la presunción de inocencia con una pregunta tramposa: ¿estamos de acuerdo con que se convierta en delito el enriquecimiento privado no justificado?
En resumen, pasando por alto el pecado original que, al parecer, se elimina con un simple ritual acuático, ahora con la mañosa pregunta número 6 de la falaz consulta popular, los pobres hijos de este país también nacerán con la pesadísima carga de  ser culpables hasta que no puedan demostrar lo contrario.
Y como en esta patria lo que menos tenemos es seguridad y la institución más corrupta es la judicial, quién le asegura, que la siguiente víctima de este monstruo voraz que se va contra todo y contra todos, sea usted mismo. Sí, usted mismo que aplaude como mico enjaulado cuando su líder insulta al que se le ponga por delante, usted que festeja las bromas infantiles de su ídolo con la sonrisa estúpida de un muñeco de ventrílocuo (la suya no la de su ídolo), usted, mediocre levantamanos que no es capaz de armar una frase coherente ni de mostrar un signo de rubor ante tanta vergüenza, pero sí es capaz de armar negocios millonarios y agradecerle de rodillas a su jefe que lo mantiene agarrado de la teta. Usted mismo, a la vuelta de la esquina, será insultado, enjuiciado, perseguido y  sancionado por esta norma que lo convertirá en culpable antes de que visite Disney World, se suba a ese elegante crucero a las Bahamas para abrirse una cuenta  cifrada en esos bancos nebulosos o se compre el carrito último modelo que tanta falta le hacía para pasarse al bando pelucón sin parecerlo. Y usted, compañerito que no puede comprarse todas esas cosas que sí se compran los levantamanos y burócratas dorados, piense bien antes de votar porque a lo mejor tampoco podrá adquirir esa plasma que le tiene los ojos bizcos sin que la caiga el brazo ejecutor de la culpa.
Si somos optimistas, el pecado original se le quitará con un salpicón de agua, pero esta culpa, la gran culpa de votar a favor de esta mañosa pregunta número 6, será una bolsa pesada que deberá cargar por siempre, hasta que le llegue el turno.

Oscar Vela Descalzo