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DESNUDA OSCURIDAD

miércoles, 30 de marzo de 2011

ROBERTO BOLAÑO




Roberto Bolaño, nació en Santiago de Chile en 1953, falleció en Barcelona en el año 2003. Es uno de los escritores más influyentes de América Latina. Incluso a raíz de su muerte, el “efecto Bolaño”, continúa vigente, especialmente en las nuevas generaciones de lectores europeos y americanos.

Durante su corta vida, Bolaño fue galardonado en innumerables ocasiones por prestigiosos premios literarios. En 1999, recibió el premio Herralde de novela por su obra “Los Detectives Salvajes”. Esta misma novela recibió el Premio Rómulo Gallegos. A partir de “Los Detectives Salvajes”, Bolaño se convirtió en un escritor de culto.

“Los Detectives Salvajes” es una obra de estructura compleja que aborda una trama recurrente en otras novelas de su autoría: la desaparición y búsqueda de narradores o poetas famosos en distintos sub mundos contemporáneos de países latinoamericanos. Los personajes, maravillosamente reales, pero a la vez difusos, siempre entregan en esta obra su punto de vista acerca de la historia.

Desaparecido en edad temprana por un cáncer de hígado, Bolaño legó a la literatura universal obras de novela y narrativa corta como: “La pista de hielo”, “La literatura nazi en América”, “El gaucho insufrible”, “Estrella distante”, “Amberes”,  “Putas asesinas”, “2666”. Esta última, su obra póstuma que además se consagró con el premio Salambó, premio Ciudad de Barcelona, y otros.

2666, concebida inicialmente por Bolaño como cinco novelas que pasarían a la posteridad, fue publicada post mortem, por decisión de su editor como una sola obra. La novela, posiblemente más completa que “Los detectives salvajes”, narra la historia de cuatro profesores de literatura que estudian todo lo relacionado con un misterioso escritor alemán, al que le siguen los pasos hasta llegar a Ciudad Juárez, en la frontera mexicana, lugar en el que aparecen centenares de cadáveres de mujeres brutalmente maltratadas y violadas. Y este hecho histórico (real y contemporáneo), será precisamente el eje magnético de la novela. El título, a lo único que puede aludir desde mi modesto punto de vista, es las 2666 razones que tiene un amante de la buena literatura para leerlo.

Roberto Bolaño fue, al igual que sus personajes, un ser extraño y enigmático. En su juventud pasó de mochilero a vigilante de un camping, de poeta a vendedor de bisutería y de auto exiliado a presidiario de la dictadura de Pinochet, de la que se libró días después de su detención porque uno de los Carabinero que lo detuvo había sido compañero suyo de escuela. En su última entrevista, poco antes de morir, Bolaño decía que para él  “el paraíso debe ser como Venecia y el infierno como Ciudad Juárez, que es nuestra maldición y nuestro espejo, el espejo desasosegado de nuestras frustraciones y de nuestra infame interpretación de la libertad y de los deseos”

Espero que Roberto Bolaño esté disfrutando todavía de Venecia, lejos, muy lejos de Ciudad Juárez, de sus fantasmas, que, por ahora, son solamente los nuestros.


Oscar Vela Descalzo

jueves, 24 de marzo de 2011

LAS NUEVAS GENERACIONES




Hace pocos días, alguien preguntaba en las redes sociales cuál es el vínculo común que une a las revoluciones que se han producido en África y Asia en lo que va de este año. Me atrevo a pensar que ese vínculo es el de la edad de las personas que promueve las revueltas. Todas germinan y se desarrollan en la juventud.

Me atrevo a pensar también que en todas se repite constantemente una misma palabra: libertad. Y sin ser demasiado acuciosos, podríamos concluir que todas las revoluciones de inicios de 2011 enfrentan a un régimen tirano enquistado por décadas en el poder.

Creo sinceramente que las nuevas generaciones vienen cargadas con una dosis mayor de tenacidad y rebeldía, pero además, estoy convencido que el ilimitado acceso al conocimiento en esta época crea generaciones de seres humanos más comprometidos con las causas justas, seres humanos que anhelan y defienden la libertad, seres humanos llenos de coraje y ambición.

El premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, dijo hace pocos días: “La buena literatura crea ciudadanos críticos que no podrán ser fácilmente manipulados”. En efecto, hoy se lee más, hoy se escoge mejor la lectura porque la tecnología te ofrece más opciones, hoy se adquiere información inmediata,  los jóvenes contemporáneos perdieron el temor reverencial y son cuestionadores,  reflexivos, inquietos, incrédulos. Sí, todavía quedan muchos tiranos en el mundo. Todavía subsisten los fundamentalismos ideológicos basados en la restricción y manipulación. Todavía quedan gobernantes parlanchines, faranduleros, derrochadores, camorreros, injuriosos, cleptómanos, asesinos, sin embargo, lentamente, poco a poco, las nuevas generaciones se van haciendo cargo de ellos.

Si usted no cree en la libertad, si no es reflexivo, ni le interesa pensar por sí mismo, mejor cambie de canal o sintonice otra emisora. Si mantiene su cerebro en relantín y espera que salga la película antes que abrir un libro, no vea este programa. Si se quedó atrapado hace tiempo en las telenovelas o radionovelas, si lo más inteligente que ha escuchado en los últimos años son los debates de la Asamblea, las cadenas sabatinas o los programas de prensa rosa, es preferible que siga anclado a ese pasado lento y espeso esperando con paciencia hasta que Kaliman, el corcho o Rosa Salvaje le arranquen de su letargo con una frase que le suene magistral o una sonora carcajada. 

OSCAR VELA

viernes, 4 de marzo de 2011

John Kennedy Toole




Si alguna vez la muerte conspiró con alguien para atraer a la diosa fortuna, fue con John Kennedy Toole, escritor norteamericano nacido en Nueva Orleáns en 1937. Tras sufrir la amarga experiencia del rechazo de varias editoriales para publicar su novela “La conjura de los necios”, el joven escritor, enfermo y prematuramente desgastado, a sus treinta y dos años, resolvió quitarse la vida aspirando los vapores del escape de su coche. Nunca se supo en realidad lo que contenía la nota de suicidio que dejó el novel escritor, pues, su madre, se encargó de destruirla dejando el trágico incidente envuelto en una nube de confusiones periodísticas.

Años después de su muerte, la propia madre de Toole deambulaba por las editoriales rogando que alguien pusiera los ojos en el manuscrito de “La conjura de los necios”. Finalmente, el editor Walter Percy se apasionó por la obra y ésta fue publicada en 1980. John Kennedy Toole y su novela recibieron en forma póstuma el Premio Pullitzer de ficción en 1981 y el premio a la mejor novela de lengua extranjera en Francia en el mismo año.

La magistral ironía y comicidad de “La conjura de los necios” y su personaje principal, Ignatius Reilly, hicieron de ésta una verdadera obra maestra. La muerte del autor, además de la pujanza de una madre dolorida, nos permitieron conocer las páginas de una novela que, como tantas otras, quizá habría estado condenada por el comercio editorial al ignominioso anonimato.

 “La conjura de los necios” es una caricatura de la clase media baja americana a la que el autor retrata, con gran acierto, en un halo permanente de amargura y frustraciones. Ignatius Reilly, encarna, desde una perspectiva extremadamente particular y graciosa, al niño grande que el prototipo de los norteamericanos llevan dentro. Pero detrás de este personaje desaliñado, anarquista, miserable, egoísta y pendenciero, se descubre además toda una estructura social anacrónica y decadente soportada sobra la base de la simpleza y el consumismo.

El talento innegable de John Kennedy Toole se ve reflejado también en “La Biblia de Neón”, novela escrita apenas a los dieciséis años de edad y que fue publicada después del éxito arrasador de la “La conjura de los necios”.

Jamás entenderemos las razones que llevaron a John Kennedy Toole a la  muerte. Nunca nos será revelado el contenido de su nota suicida, y tampoco conoceremos los pormenores de esa última conjura fraguada entre el autor y su destino. Nos quedaremos únicamente con estas dos novelas marcadas por la huella de su pluma ácida y certera. El que disfrute del vértigo que produce un buen libro, bien puede asomarse a la obra abismal de John Kennedy Toole, un misterioso escritor que no logró traspasar las intrincadas barreras editoriales sino una vez consumado su silencioso pacto con la muerte.

 Oscar Vela