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DESNUDA OSCURIDAD

martes, 8 de febrero de 2011

El manual de la buena moza

Un amigo tristemente me comentaba que por las puras alverjas su mujer creía que tenía un romance con una compañera de trabajo. Al principio el muy zángano me contaba la historia totalmente convencido de ser una víctima de las dudas injustificadas de su cónyuge y de haber tenido mala suerte porque se le juntaron un par de situaciones sospechosas. Pero repetía que era inocente.
Charlamos varios días después y, claro, el pelotudo ya se había olvidado de un montón de mentiras que me había dicho —yo por el contrario tengo una memoria de memory stick—. Comenzó a relatarme el mismo concepto de víctima pero con otros detalles y entonces supe que sí le había puesto los cuernos a su mujer. Le obligué a confesar a
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trago limpio y al final este sinvergüenza me contó un cuento que era una mezcla entre el Kamasutra, Rocky VI y El Meneíto.
Lo felicité por su primera actuación. Un mentiroso eficaz debe creerse su propia mentira pero, eso sí, le hice caer en cuenta que no puede ser tan pendejo de olvidarse de lo que había dicho la primera vez porque si yo era capaz de recordar su versión original, su esposa lo haría mucho mejor.
Entonces nos pusimos conversar de cómo manejarse con el tema de las mozas sin que eso afecte a la felicidad conyugal ni se desperdicien las posibilidades de alegría que, se supone, debería brindar la amante.
Los principios básicos de un saludable amantazgo, y por consiguiente de un matrimonio armonioso, podrían sintetizarse así:
•La moza no puede ser fuente de problemas. A la que le corresponde por derecho y antigüedad joder la vida es a la esposa. De ahí que cuando uno se casa con la moza ésta sume el rango inmediatamente superior y joderá el doble que su predecesora.
•Como consecuencia lógica del anterior enunciado, está totalmente prohibido terminar casado con la moza.
•Sin embargo, y pese a las advertencias, sólo a un pendejo le pasa que su moza le cause más complicaciones que su mujer. Si ya no puede cambiar de moza, debe cambiarles de estatus. Divórciese, cásese con su moza y hágase amante de su ex mujer. La concordia volverá como por arte de magia a su vida.
•La moza debe tener amigas de similar ideología para presentárselas a los amigos del amante. No puede haber un pleno disfrute del amantazgo sin un pequeño gremio de personas en la misma situación.
•Compre a su mujer y a su moza el mismo perfume para que huela igualito y no le husmeen como perro antidrogas.
•La moza más antigua del grupo de amigos deberá ser la líder y no permitirá que las de menor antigüedad decidan los lugares de reunión. Tampoco asumirá un rol de ente superior, pues la verdad es que ese rol seguirá siendo de la esposa.
•La moza deberá ayudarle a comprar regalos a su mujer. Eso denota una camaradería unilateral muy apreciable. Usted en reciprocidad deberá comprarle a su amante algo equivalente al 85% del valor pagado por tal regalo. (No será tan cojudo de pedirle a su esposa que le ayude a comprar un regalo para su moza. Que sea más barato no le salvará de quedarse sin cuerpos cavernosos en dos segundos).
•Jamás sea tan animal de contarle a su
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mujer que el amigo tal anda enmozado, lo único que ella sacará de conclusión será que si él pudo usted también puede.
•Es mejor no tener necesidad de una moza. La verdad es algo que da miedo, no sé ustedes pero yo todavía tengo en la memoria el conejo cocinado en la casa del Michael Douglas, y a la loca de la Glenn Close persiguiéndole con un cuchillote mata puercos sólo porque él ya no quiso seguir atendiéndole. En caso de necesidad, o porque usted no tiene conejo ni cuchillotes, es mejor no tener moza fija.
•Si ya tiene moza fija, es mejor que tenga marido. No vaya a ser que quede embarazada y no tengan a quién endosarle la alegría.
•Si su mujer lo acusa, no entre en pánico, los nervios siempre dicen la verdad.
•No permita que le hagan la prueba de la lavacara. Argumente que es inconstitucional y un desperdicio de agua.
•Niéguelo todo como Bill Clinton. Acá las pruebas de ADN sólo las hacen en la Cruz Roja, cuestan como 500 dólares y son exclusivamente para juicios de alimentos y no para encontrar al dueño del semen seco en la manga de nadie.
•Niéguelo todo (por si no entendió la anterior regla). Es mejor vivir con la sospecha y con aire de falsa dignidad de macho ofendido, que vivir como el típico pendejo perdonado, sin derecho ni a quejarse por el arroz frío o las excesivas visitas de la suegra.
•¡Niéguelo todo, tarado! No vaya a ser que su mujer entre en un peligroso círculo de sinceridad y le cuente que en el último viaje de su oficina se la tiró el Gerente Financiero y ahí sí se vaya todo para el carajo.
 
Rafael Lugo 

1 comentario:

  1. Otro consejo que yo considero muy importante, es darse la forma de atenderlas bien a las dos (o tres, o cuatro); un buen polvo aplaca cualquier desacuerdo.
    Hágase aficionado al jugo de borojó

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